Can Peguera, una larga lucha a la desafectación

Lisa Marrani, Arquitecta asesora técnica por la FAVB del Grupo Motor de Can Peguera y miembro de la TVUB

En el sector sur-oeste del Distrito de Nou Barris, entre el barrio de Horta, la Guineueta y el Turó de la Peira, se encuentra el último testigo aún en pie de los cuatro grupos de casas baratas que el Patronato de la Vivienda construyó en Barcelona en los años treinta. Se trata de un barrio, conocido hoy con el nombre de Can Peguera, que fue llamado en su origen Ramón Albó y también contó con sobrenombres como las casas baratas de Horta, que conserva casi intacto su conjunto de pequeñas casas bajas construidas en tres fases entre 1928, 1947 y 1956. Estas conforman un peculiar paisaje urbano de casas de una sola planta con puertas y ventanas que se asoman a calles y pasajes con tipología arquitectónica, estructura urbana y ritmo que recuerdan claramente los conjuntos de viviendas de los otros tres grupos[i].  

Can Peguera representa hoy no solo el último testigo de unos grupos de viviendas públicas construidas, en la mayoría, para realojar a los barraquistas de Montjuïc en vista de la Exposición Internacional del 1929, sino de un más amplio momento crucial de la urbanización obrera de la Barcelona de entreguerras, la cual vio la llegada de obreros de toda España a la ciudad en búsqueda de un alquiler a bajo coste. Esto conllevó operaciones urbanas de promoción privada, que formaron conjuntos de viviendas obreras muy parecidas a las de las casas baratas, de las que hoy en día solo queda el recuerdo en las fotos de los archivos fotográfico de la ciudad o, en el mejor de los casos, quedan algunas trazas aisladas tras las demoliciones (como es el caso, entre otros, de la Colònia Castells en Les Corts y del Turó de la Font de la Guatlla en Sants-Montjuïc). Con sus 617 viviendas, hoy Can Peguera es una muestra de resistencia urbana y social. Una resistencia a la homogenización urbana,  a favor de la preservación y puesta en valor de una manera de vivir más horizontal, donde priman las relaciones de vecinos, la comunicación puerta a puerta y la vida comunitaria. Este barrio, afectado desde el 1976 por el Pla General Metropolitano como zona de remodelación física pública, no ha caído bajo la indiscriminada acción de la piqueta gracias a la continua y infatigable lucha vecinal que desde hace mas de 40 años defiende la salvaguardia de su barrio, valorizando su peculiaridad arquitectónica y urbana, sus espacios de convivencia, su memoria histórica, su patrimonio tangible e intangible.

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Vistas de las casas de Can Peguera y el parque del Turó de la Peira

De hecho, desde la época de su construcción hasta hoy en día[ii], solo se derribaron en 1985 las casas del Carrer Ogassa, situadas al otro lado del Passeig de Urrútia. La continua presión vecinal para obtener condiciones de vida dignas, la mejora de las viviendas, de las infraestructuras y de los servicios del barrio, ha logrado impulsar a partir de 2008 un Pla de Futur con el objetivo de concretar futuras intervenciones a partir del análisis y diagnosis de la realidad del entorno elaborada en los Consejos de Barrio y en las Comisiones de seguimientos. Los resultados de este importante proceso de participación ciudadana aún en curso, que involucra por un lado el Grupo Motor del Barrio –formado por la AVV, vecinas y vecinos, Grup de Dones, Parroquia de Sant Francesc, Peña Blaugrana, Tronada, Cosa Nostra, Grup de Gent Gran, Can Ensenya, etc.–  y por el otro el Ayuntamiento de Barcelona, han sido recogidos en 2015 en la Modificación al Plan General Metropolitano de Can Peguera que finalmente establece, entre sus puntos más importantes, la desafectación de la mayoría de las viviendas de propiedad pública, aunque confirme la afectación de 19 viviendas destinadas al derribo[iii].

Se trata de un paisaje urbano de 617 humildes viviendas entre los 43 m² y los 60 m² (algunas con una planta en remonta por un experimento que se hizo en los años ochenta), todas de propiedad del Patronat Municipal de l’Habitatge (PMHB), donde viven desde hace generaciones inquilinos de baja o muy baja renta, muchos de los cuales han heredado los contratos de los padres o los abuelos. Otros son recién llegados de la Taula d’Emergència Social de Barcelona. Los más veteranos llevan toda su vida luchando para la sobrevivencia del barrio, como si fueran ellos mismos los propietarios de las viviendas. Siguen estando tan involucrados en el proceso de reivindicación que han logrado alcanzar pactos con el Ayuntamiento hasta ahora desconocidos, demostrando que todo es posible con pasión y determinación. Han logrado, por ejemplo, para las 19 viviendas afectadas, establecer un acuerdo con el Ayuntamiento donde consta que nadie se marchará de su casa si no es por voluntad propia.

Hoy en día la sobrevivencia física de Can Peguera está asegurada por la MPGM. Pero el gran reto al que se deben enfrentar tanto las vecinas y vecinos del barrio, como el Ayuntamiento, es este: ¿qué barrio queremos para el futuro?, ¿cómo resolver la dialéctica entre mejora urbana y preservación del patrimonio físico, histórico y social? Se trata de encontrar soluciones que permitan una mejora del espacio público, de los accesos, de los equipamientos, de las viviendas y, al mismo tiempo, garanticen la permanencia de la comunidad residente, mantengan el barrio como conjunto de vivienda social sin perjudicar su calidad de vida y propongan un modelo de barrio sostenible (a nivel social, urbano y energético) para los próximos años y más.

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Vista de las casas de Can Peguera desde el balcón de los equipamientos

A pesar de las intervenciones puntuales que el PMHB realiza en las viviendas cada vez que se quedan libres para realquilarlas, o de las obras urgentes realizadas a petición de los inquilinos, las casas presentan graves problemas de humedades, de dispersiones térmicas, de estructura, etc., y algunas no alcanzan los niveles mínimos estándar de confort. Y lo mismo pasa con el espacio público, la red de suministro, aún por vía aérea, presenta problemas, los arboles de las calles principales tienen sus raíces que periódicamente atascan el sistema de alcantillarado, etc. Estas problemáticas no se resuelven con soluciones puntuales y se hace necesaria una rehabilitación integral del barrio en su conjunto.

Desde julio de 2017 se han armado varias Taula de Treball, pensadas como un espacio de trabajo participativo entre los técnicos del Ayuntamiento, Distrito y Patronato, las vecinas y vecinos del barrio, para elaborar el proyecto de mejora integral del barrio y de rehabilitación de sus viviendas. A día de hoy, los resultados de estos trabajos han llevado a redactar las bases de un concurso de ideas[iv] para resolver la accesibilidad al barrio y la mejora de los equipamientos cuya resolución está prevista para este febrero. Paralelamente, en otras Taulas se está trabajando temas de movilidad y espacio público. Está previsto, en breve, el inicio de un trabajo sobre la rehabilitación de las viviendas apoyado por los resultados de análisis estructurales, socio-energéticos y tipológicos que han realizado tres equipos de arquitectos contractados por el Ayuntamiento.

Si, por un lado, mucho se ha avanzado en estos últimos meses, preocupan a los vecinos las afectaciones aún pendientes, la falta de una mejora de las viviendas a corto plazo, la incógnita de no saber si después de la rehabilitación todos pueden regresar a sus casas, la regularización de los contratos de alquiler, etc. En pocas palabras, las dudas de un futuro aún incierto y la preocupación frente al cambio. El Ayuntamiento hace hincapié en avanzar lo más rápido posible con las Taules de Treball, separando los temas por ejes temáticos y pidiendo al Grupo Motor ideas y propuestas sobre modificaciones que, muchas veces, ellos no perciben como exigencias propias.

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Escaleras al balcón de equipamientos

Los vecinos quieren mejorar las condiciones del barrio sin transformar radicalmente aquello que han logrado en los 40 años de lucha: un nuevo plan de movilidad en 2006, la pavimentación del Carrer Vila-seca en 1986, etc.; el Ayuntamiento, por su parte, apuesta por una rehabilitación mas transformadora que pueda generar un modelo para otros casos parecidos en el futuro.

Aunque está claro que lo que desea el barrio es llegar a decisiones consensuadas antes del final de esta legislatura para poder sembrar realmente un escenario futuro, el riesgo de trabajar por ejes temáticos puede ser perder la visión global de las problemáticas del barrio y no tener consensuado aún el objetivo final: ¿qué barrio queremos para el futuro? Se ha desafectado Can Peguera declarándolo conjunto patrimonial, y este patrimonio que se pretende conservar es algo vivo, es un binomio entre el espacio y el habitante que no finaliza en la preservación de su estructura física actual, sino que sea capaz de perdurar en las modificaciones, capaz de adaptarse a nuevas exigencias y normativas. ¿Cómo preservarlo y mantenerlo vivo? Dejo abierta la pregunta no solo porque la respuesta no es inmediata, sino porque aún se necesita tiempo de reflexión para meter juntos todas las piezas. Lo que está claro es que la balanza se mueve entre no satisfacer solo las necesidades de algunos y ser lo suficientemente visionarios para preparar un barrio para todos.

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Vista de calle en Can Peguera

Para enfocar bien el argumento, es necesario no olvidar que Can Peguera solventa una parte importante de la necesidad de vivienda social de la bolsa de emergencia de toda la ciudad y acoge en su territorio varios equipamientos de ciudad. En esto se hace necesaria la implicación del Ayuntamiento y del Patronato para evitar condiciones que conlleven a una marginalización del barrio y no destinarlo exclusivamente a las urgencias sociales.

Y, ¿por qué no proporcionar cada barrio de la ciudad, incluso los más altos, alojamientos de este tipo para crear una mixtura de convivencia de personas diversas, que es lo que permite, en el fondo, que una ciudad siga viva? El patrimonio se alimenta de la variedad de culturas, como ha sido Can Peguera desde sus orígenes, y ahora se trata de ver cómo puede ser lo suficientemente permeable como para seguir existiendo en su transformación.

[i] Eduard Aunós, en la Zona Franca, Milans del Bosch del Bon Pastor y Baró de Viver en Santa Coloma.

[ii] En 1928 se realizaron 534 viviendas junto con una escuela, una iglesia y un cuartel de la guardia civil; en 1947 se construyeron 116 viviendas más y en 1956 se completó con dos almacenes y otras dos viviendas: un total de 654 entre viviendas y almacenes. Història d’un barri, especial La Peguera, nº 20 Diciembre 2014

[iii] Las viviendas afectadas se ubican siete en la manzana triangular del Carrer de Vila-seca, cuatro en la Plaça de Sant Francesc Xavier y ocho en la plaça Josep Maria Jaén. Modificació de Pla General Metropolità al Barri de Can Peguera de Barcelona, julio 2015.

[iv] Serveis relatius a la redacció del projecte i l’assistència d’autor de projecte en obra per l’ordenació, accessibilitat i construcció d’uns recorreguts a la franja d’equipaments de can peguera, al Districte de Nou Barris de Barcelona.  https://contractaciopublica.gencat.cat/ecofin_pscp/AppJava/notice.pscp?idDoc=26729001&reqCode=viewCn&idCap=16191063&

 

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